La estimulación cognitiva en casa

La estimulación cognitiva es parte del tratamiento no farmacológico de la enfermedad de Alzhéimer u otras demencias. Su objetivo es tratar de enlentecer, en la medida de lo posible, el proceso degenerativo que produce esta enfermedad. Hay dos tipos de estimulación: la formal, impartida por un profesional, que puede ser individual o grupal, y la informal, que realiza el cuidador familiar o alguien de su entorno, con pautas y seguimiento de un profesional.

Es importante saber:

  • El plan de estimulación tiene que ser adaptado a la capacidad cognitiva y fase de la enfermedad actuales de la persona con demencia.
  • No hay que buscar un resultado correcto y perfecto sino, sobre todo, valorar y considerar el esfuerzo mental que el enfermo realiza. No se debe actuar como un profesor o terapeuta, ni mucho menos de forma autoritaria, sino ser flexible y tolerante.
  • No obligar ni forzar al paciente, aunque sí hay que motivarle y trasmitirle información de los beneficios que le puede aportar el realizar estos ejercicios en casa.

 

Muchas de las cosas que el paciente hacía antes, ya no puede hacerlas o las hace con una necesaria supervisión. Tendrá que ser su entorno familiar quien le proponga actividades y ejercicios para favorecer su actividad cognitiva y quien le ayude a realizarlas. No conviene forzar capacidades que ya están perdidas porque sólo provoca frustración y desmotivación al enfermo. Sin embargo, es conveniente reforzar las capacidades preservadas porque, además de ayudar a su mantenimiento, aumenta su motivación y autoestima.


Ejemplos de ejercicios:

Sumas y restas, Dibujar y Colorear, Crucigramas, Sopas de letras, ejercicios de memoria como ver fotos o hablar de recuerdos, encuentra la imagen, escribir el nombre de objetos, escribir o copiar frases, laberintos, buscar las diferencias…

Existen publicaciones con ejercicios para trabajar en casa; en algún caso se pueden obtener de Internet. Se pueden aprovechar otras técnicas para estimular a la persona con demencia, como son la musicoterapia, la arteterapia o ejercicios de psicomotricidad.

Hay que tener en cuenta que cada paciente tiene un ritmo y una capacidad de trabajo (dependiendo de los hábitos, costumbres, tipo de ocupación y vida intelectual que éste haya tenido antes de enfermar) pero, por lo general, lo recomendable es realizar una hora de ejercicios cada día.

La estimulación no debe realizarse de forma esporádica e intensiva sino de manera regular, constante y diaria, con el objetivo de crear una rutina.

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